miércoles, 2 de diciembre de 2015

Rafael Amaya dice que fue cansancio y no adicción a las drogas


El día de ayer, martes primero de diciembre, Rafael Amaya habló por única y última vez ante las cámaras del programa Al Rojo Vivo de la cadena Telemundo para desmentir que estuvo hospitalizado en octubre pasado por una sobredosis de drogas y afirmar que efectivamente estuvo en rehabilitación, pero espiritual y emocional.  

   Triste, con mirada evasiva y ausente, Amaya explicó que sufrió una crisis nerviosa debido al cansancio, pues en 11 meses de grabación de El Señor de los Cielos no había tomado vacaciones. Que estuvo en el hospital dos días, pero no en coma. Que cuando se sintió mal, le comentó a la gente que lo llevaran al hospital y dos días después que salió tuvo que ser ingresado a un centro de rehabilitación: “Me rehabilité espiritualmente y sentimentalmente a lo que yo era antes, empezando El señor de los Cielos, necesitaba ese descanso”.


   Cuando María Celeste le cuestionó si hubo drogas involucradas, respondió titubeante: “Ehhhhhh, no. Ehhhhhh, no bebo, no me meto ningún tipo de droga”. María Celeste volvió a la carga después de preguntarle, ¿las drogas las probaste antes o después del hospital? Nuevamente titubeante, Amaya respondió: “Siempre está latente en la actuación. Siempre he tenido cuidado de no recaer... caer en una adicción”.

  La conductora le inquirió si su papel de Aurelio Casillas rebasó a Rafael Amaya y contestó: "Ehhhhh, casi casi. El personaje exige mucho y mi profesión también y a mí me gusta hacer las cosas bien, ser muy profesional. Un actor de método se acerca a la realidad del personaje, hay una línea delgada y si te pasas, puedes cruzar esa línea", concluyó.



   Me queda claro que Amaya tendrá que seguir estos consejos. Primero, conocer que un actor metodista investiga a su personaje y, en este caso, debió haber sabido que quien distribuye droga, no la consume, porque sucede que el negocio se viene abajo. Segundo, que antes de dar una entrevista deben prepararlo, porque su mirada evasiva y sus respuestas titubeantes nos dejaron claras muchas cosas. Y por último, que después de esta experiencia que por la tristeza en su rostro no fue satisfactoria, espero que Amaya mejor se pague un buen curso de actuación y se deje de andar de metodista.


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