¡Ay qué risa, tía Felisa! Ojalá hubiera muchos domingos de
marzo como el de ayer, en el que a Kate del Castillo le da por ser actriz abnegada,
periodista improvisada, guerrera de teclado, creyente de los horóscopos y heroína
con cinturón de la Virgen de Guadalupe “para sentirse más protegida”.
El día de ayer, Kate rompió el
silencio en México a través de la revista Proceso (en Estados Unidos ya lo
había hecho desde el viernes 11 en el semanario The New Yorker), en donde
describió cómo fue su acercamiento con el capo más buscado del mundo. A grandes
rasgos, el encuentro fue como la de una groupie que conoce a su ídolo: “temblor
por dentro”, “taquicardia”, “mini-infarto, me quería morir” y “a punto del
desmayo”.
En su carta-fan-desahogo-justificación,
Kate empieza dejando en claro que “como buena escorpión prefiero tener las
cosas bajo mi control”. Algo que no queda claro, pues describe con lujo de
detalles que “sabía que estaba poniendo en riesgo muchas cosas” cuando subió al
jet privado que alquiló para reunirse con los abogados de Joaquín Guzmán “El
chapo”. ¿Pues no que le gusta tener las cosas bajo su control?
Kate también explica que recibió una llamada de su madre diciéndole que la
estaban buscando “para una película grande... Cuando me buscan por medio de mis
padres prefiero tratar directamente antes de que contacten a mi mánager, así
que di la autorización”. Atención querida fuente de espectáculos, la fórmula es
contactar primero a su familia, así nos evitamos tratar con el mánager. Ahora,
¿qué tan “grande” era la película que aceptó sin ni siquiera saber quién la
estaba contactando? Porque fue hasta varios correos después que supo eran los
abogados del Chapo. Cosa rara.
En fin, que Teresa Mendoza, perdón
Kate del Castillo, dice que nunca se ha creído sus personajes: “Mis personajes
se quedan en el set... Estaría en un hospital siquiátrico”. Aunque párrafos más
adelante, desde el psiquiátrico, continúa el relato: “quiero compartir que sí
me identifiqué con Teresa en varias ocasiones”. Y no sólo eso, afirma que al
día siguiente de su encuentro con Joaquín Guzmán, “en mi llamado para Dueños
del Paraíso, irónicamente tenía que hacer una escena en la que mi personaje,
Anastasia Cardona, traficaba droga a Estados Unidos. Nunca me sentí tan “en
personaje”. Débiles mentales, les llaman.

De su encuentro con los abogados
del Chapo, Kate escribe: “el Sr. Guzmán había recibido varias ofertas de
estudios de Hollywood para hacer la historia de su vida, pero que se rehusó a
darle los derechos a todos… excepto a mí. ¡¿A mí?! Darme los derechos de su
vida… ¡¿A MÍ?! “¿Por qué yo?”, les pregunté”. Ahí sí le doy la razón para
sorprenderse, porque Kate en nada se puede comparar a los estudios de
Hollywood. La reina del sur continúa su relato y asegura que los abogados le
respondieron: “porque usted habla la verdad, no se anda con poses, por ese tuit
donde a él lo menciona, porque es valiente y porque quiere que actúe en su
película, ya que le gustó mucho su trabajo en La Reina del Sur”. A mi me van a
perdonar, pero considero que se confundieron de persona, porque quien habla con
la verdad es el periodista J. Jesús Esquivel, quien en su libro La CIA,
Camarena y Caro Quintero, La historia secreta, da nombres y apellidos de la
gente relacionada con el narcotráfico. Ahí sí hay valentía y no Kate, quien
nunca ha dado un solo nombre o dato. Y no porque no quiera, porque boquifloja
es, si no porque no sabe nada al respecto.
ItaKate le nombró al paquete con
películas y un libro de poesías de Jaime Sabines que le regaló al Chapo, “quise
tal vez sensibilizarlo con poesía y cine”, dice la escritora de “Tuya”, uno de
los libros que le obsequió. Mire usted, dicen que el camino hacia el infierno
está empedrado de buenas intenciones, ¿pero en serio quería sensibilizar a uno
de los narcotraficantes más sanguinarios del mundo con poesía y cine? ¡Hágame
usted el favor! ¡Ah, pero ahí no para el asunto! ItaKate tiene
una última buena intención: “nuestro proyecto también va a servir para resarcir
de alguna forma a las víctimas del crimen organizado, amigo, ¿cómo ves?” ”,
dice que le preguntó al Chapo. A mi me asalta la duda ¿cómo una película puede compensar
el daño a las víctimas del crimen organizado? Mejor se hubiera quedado callada.