Esta semana la revista Proceso publicó un reportaje
sobre el viacrucis que vivió el sacerdote José Luis Salinas Aranda, quien fue
apartado de sus actividades eclesiásticas por haber casado a José Alberto
Castro y a Angélica Rivera en una playa de Acapulco. Sin embargo, fue el
presbítero Ramón García López quien los casó días antes en la iglesia de
Fátima, otorgándole validez a la unión.
El padre
José Luis Salinas sólo ofició la misa de renovación de votos entre Castro y
Rivera en la playa, como consta en la carta que el productor de Televisa, José
Alberto Castro le otorgara al padre Salinas, para hacer constar que el
presbítero fue quien le hizo saber que debía casarse en una iglesia para que la
boda tuviera validez y después renovaran votos en una playa. En el 2004 se dijo
que la boda de José Alberto y Angélica Rivera fue anulada porque se casaron en
la playa. Sin embargo, a unos meses de la muerte del padre Salinas (7 de
octubre de 2015), salen a la luz el acta matrimonial y las fotografías de José
Alberto y Angélica en la iglesia de Fátima, demostrando que ahí se celebró una
primera boda y por lo tanto era válida.



El día
de ayer apareció
en el programa El Gordo y la flaca, el padre José de Jesús Aguilar (Subdirector del Área de Radio y Televisión de la Dirección de Comunicación
Social del Arzobispado de México) afirmando: “es
cierto que hubo una boda anterior totalmente válida, pero esta pierde su
validez cuando se sabe que anteriormente habían pensado, habían preparado esta
simulación en la playa”. Ahora resulta que por pensar una boda en la playa ¡se
anula! Mire que curioso, ya no es el hecho, ahora es el pensamiento.
El padre José de Jesús Aguilar con todas sus
letras aseguró que el padre José Luis Salinas Aranda “durante más de 10 años
ejerció por su propia cuenta valiéndose de que muchos actores necesitaban
servicios pastorales”. Algo que se me hace muy raro, pues el padre Salinas durante
cuatro años tuvo un programa en Televisa, ¿la iglesia, que es tan recta, no se
enteró? ¿Dar consejos como autoridad eclesiástica en la televisión nacional no
es más grave que oficiar una misa de renovación de votos en una playa? ¿Por qué
el Cardenal Norberto Rivera no le llamó la atención o lo removió de su puesto?
Porque, como se lee en las cartas del padre José Luis Aranda, Norberto tuvo
tiempo para reprimirlo y expulsarlo por oficiar una misa de renovación de votos.
Pero no tuvo tiempo para reubicar al padre José Luis, como lo había sentenciado
un tribunal en el Vaticano.

Pero
prosigamos con lo que el padre José de Jesús habló en El gordo y la flaca: “Quizás
(José Luis Aranda) haya hecho mucha labor pastoral. El problema es que no se
sujetó, de acuerdo al derecho canónico, a una autoridad y esto hizo que
recibiera una sanción”. ¿Entonces la decisión de que no ejerciera su ministerio
fue porque no se quedó callado, como lo demuestra el papeleo que le hizo llegar
al Vaticano? Mire usted, yo sólo espero que
el padre José de Jesús Aguilar no esté pecando al mentir sobre que la iglesia anula
una boda sólo por “pensar” en casarte en una playa, porque entonces ya tenemos muchas bodas anuladas. Y de los que se casaron en la playa, ¡ya ni hablamos!
Tampoco
quiero pensar que el reverendo José de Jesús le está llamando mentiroso al
padre José Luis Aranda, sólo porque ya está muerto y no se puede defender. Aranda
sólo le imploró a Norberto Rivera que lo restituyera porque no casó a nadie en
la playa y pidió se rectificara por el bien de la iglesia y sus cada vez más escasos
creyentes. José Luis Aranda jamás volvió a ejercer y para vivir tuvo que vender
comida en un parque. Murió de cáncer y rogó se le hiciera justicia, en una
carta de 11 páginas, que le envió al Papa Francisco contándole su historia y
pidiendo una audiencia que jamás le otorgó. Aquí la historia de una telenovela para Televisa.